Se puede decir que sigue un concepto desarrollado desde la Grecia clásica en los valores que tradicionalmente se atribuyen a la masculinidad, valor, camaradería, lealtad que los hombres pueden mantener relaciones afectivas o sexuales con compañeros durante toda su vida, al margen de que puedan tener esposa o hijos o nietos de manera paralela durante toda su vida . Aunque este tipo de planteamiento perduró en la cultura mediterránea durante siglos, la presión que ejercía el cristianismo, con su visión categórica de lo aceptable y no aceptable declaró la guerra a la “sodomía” y las relaciones masculinas de camaradería o cualquier tipo de intimidad entre hombres se consideró sospechosa y pecaminosa.
En el mundo islámico en cambio, a pesar de que en teoría las relaciones
entre hombres no eran aceptadas por la religión, de hecho su práctica era
generalizada y su tradición cultural acondicionó los baños públicos heredados
de la tradición romana como un lugar donde los hombres en su desnudez podían disfrutaban
de la compañía de otros hombres libremente.
Aunque el islamismo en gran medida ha ido evolucionando a una mayor mojigatería
actualmente en Oriente próximo y en el mundo árabe en general perduran estas
actitudes muy ligadas a aspectos de su cultura tradicional, la separación de
los sexos en la mayor parte de las actividades de la vida cotidiana, la pertenecía
al clan familiar, al barrio, al gremio, etc…
El mundo occidental aunque ha conseguido grandes logros de desarrollo,
y libertad para sus ciudadanos debido a sus valores de individualismo y
eficiencia han conseguido que se pierda el sentido de la comunidad y el
disfrute del cuerpo en la intimidad de la camaradería masculina, alejados de
los convencionalismos y las etiquetas que encorsetan las posibilidades
afectivas y sexuales.
Aunque no seamos una mayoría en nuestra avanzada sociedad occidental,
muchos hombres no encajamos en la división heterosexual/gay como algo tan determinante
que nos obligue a tomar partido por un lado o el otro, cada uno con una cultura
o valores determinados.
No participamos de la cultura gay dominante, hombres obsesionados por
agradar, mantenerse jóvenes y delgados a toda costa, la pulcritud en el aseo y
vestido, la búsqueda de la perfección de los cuerpos trabajados en el gimnasio…...
Muchos vemos estos valores totalmente ajenos a la masculinidad y a la naturalidad
que nos atrae de un hombre y por lo que no resulta fácil coincidir con alguien
que comparta nuestros planteamientos de manera satisfactoria.
En cambio no resulta difícil encontrar miembros del otro grupo, los denominados
heterosexuales, que nos resulten interesantes pero que obviamente se queda en
atracción platónica ya que no participan de nuestros deseos.
Por estas razones las culturas orientales nos resultan tan atrayentes,
mantienen esos valores de masculinidad, naturalidad, de apertura, de proximidad,
de contacto físico entre hombres y los viajes por esas latitudes pueden ofrecer
experiencias muy enriquecedoras si se enfocan debidamente.
Espero la colaboración de todos los que tengáis intereses similares. Más
adelante iremos compartiendo datos, experiencias, etc. Os espero.
Taso
No hay comentarios:
Publicar un comentario